Violencia de género, en el rural, también sucede
Sé que en puede no es el lugar, pero eso no implica que de vez en cuando haya que poner el foco en situaciones que pensamos que no suceden a nuestro alrededor.
Soy una persona que vivo en el rural, con carrera universitaria y diferentes cursos post- universitarios, siempre pensé que nunca llegaría a mi vida ni me vería involucrada en un caso de violencia de género. Inocente de mí, pensar que por muchos estudios que uno tenga no le va pasar, te ciegas y no veas la realidad. Antes de seguir contando mi historia y poner el foco decir, que el primer paso para salir de ese infierno es contar con la gente que te rodea, escucharlos, confiar y agarrarse de su mano para estar acompañado y lograr salir. No olvidarnos del 016, ellos te escuchan asesoran y no dejan rastro bien sea desde un móvil, fijo, …
Conocí a mi pareja en el trabajo, decidí comenzar una relación, al principio era todo un amor y la verdad es una persona trabajadora, de buen corazón, pero cuando bebe y consume cocaína sale su lado más conflictivo y agresivo. Cuando conocí a este hombre no sabía ni que era un alcohólico, que consumía cocaína y mucho menos que se convertía en alguien tan agresivo.
Poco a poco la persona maravillosa atenta y buena comenzó a mostrar su verdadera personalidad, comenzó teniendo pequeñas discusiones porque subía fotografías a redes sociales, porque publicaba contenido, porque salía con amigos o simplemente porque se cogía una borrachera y buscaba la forma de convertir el enfado en una discusión y generar que yo me sintiese culpable y en vez de él ser yo quien le rogase volver y pidiese disculpas. Después comenzaron los celos por mis compañeros de trabajo e incluso por los menores que me rodeaban de género masculino. Poco a poco fue distanciándome de lo que me gustaba hacer, de mis hobbies, aficiones y retos personales porque a él no le gustaban y por miedo a perderlo se fueron haciendo concesiones.
Según fueron pasando los meses cada vez le molestaban más cosas, un escote, un pantalón corto, que me pintase los labios y ya ni que decir tiene que me maquillase o una minifalda, llamadas y WhatsApp, todo quería controlar y vigilar, tenía demasiado miedo de que hablaba o contaba, tenía miedo que hablase más de la cuenta y que alguien me abriese los ojos, error mío no hacer caso cuando fui hablando y contando lo que me pasaba y me recomendaban alejarme de este sujeto y no hice caso, pensé que nunca me pondría la mano encima gran error. Pensé que era alguien que me quería, pero lo único que estaba haciendo era anulándome como mujer y como persona y alejándome poco a poco de mi circulo, así me convertí en más frágil. Pasé de ser una mujer que podía con todos y contra todos a ser lo más vulnerable a tener miedo a ir sola a tomar un simple café, menos mal que ahora que decidí abrirme estoy encontrando el apoyo de todos y estoy comprendiendo que no soy la culpable de nada sino una víctima de un verdugo.
Un día a escasos 200 m en una curva de nuestro rural donde la vegetación y los árboles autóctonos cubren todo rastro me agarró por los pelos cercanos a la frente y me arrancó una buena cantidad, logré que me soltase soltándole un bofetón pero cuando aún no me había dado tiempo a salir del coche que volvíamos de hacer unos recados cuando me volvió agarrar por los pelos a la altura de la nuca retorciéndome el cuello en ese momento pensé que me mataba, pensé que no podría contarlo, lo agarre por el cuello, le clave las uñas cada vez me hacía más daño y aun así no me soltaba, fueron segundos que parecían horas, acto reflejo agarré su oreja izquierda e intenté arrancársela pero mis fuerzas flaqueaban y no lograba que me soltase, decidí agarrarlo por el pelo y tocar el claxon ahí conseguí que me soltase. Delante de la gente su comportamiento era todo amor hacia mí, pero recuerdo estar presentando una denuncia por otro tema y me daba patadas debajo de la mesa para que no hablase lo que no le interesaba a él. Recuerdo que delante de la gente no me dejaba casi ni hablar quería ser el protagonista y anularme no fuera que dijese algo que a él no le conviniese. El día que me puso el mano encima tan retorcido era que logró dar la vuelta a todo y acabé pidiéndole disculpas, ahora me pregunto ¿disculpas por qué? Yo no había hecho nada, sino que él me había puesto la mano encima. Aun así, tan anulada estaba que lo perdoné, bueno me perdonó el a mí. Pasaron los días y en otra de sus borracheras me reventó una luna del coche, ahí tuve que acudir a urgencias allí no lo dejé pasar montó un escándalo en la puerta y los sanitarios incluso me recomendaron llamar a la guardia civil, en ese momento yo ya había llamado a alguien de plena confianza que desde ese momento comenzó a acompañarme, al día siguiente me abrí con otra gente, poco a poco todos me han ido acompañando y recalcándome que no soy la culpable de nada sino una víctima. En el rural todo es más difícil, te da vergüenza hablar de que a ti te suceda eso por señalarte, tienes miedo a acudir a servicios sociales todo es tan pequeño que te da vergüenza que te señalen. Personalmente creo que todos los ayuntamientos de la comarca deberían destinar más presupuesto, hay gente como yo que no supimos pedir ayuda en su momento y evitar que nos pusieran la mano encima. Tengo la gran suerte de contar con un círculo que vale su peso en oro y me estén ayudando un mundo, pero muchos otros no cuentan con ese apoyo. Se qué me costará un mundo lograr pasar página, pero en esta vida todo se puede.