"Mea culpa d´un esceptique"
Muchas veces no apreciamos el patrimonio que tenemos, motivado esto quizá por la fuerza de la costumbre ante su visión diaria, craso error, pues en el caso de O Carballiño, con su Veracruz, deberíamos tener siempre presente el valor de esta joya arquitectónica. Soy excesivamente purista y maniática en lo que al arte se refiere, siempre digo que si el monumento en cuestión tiene menos de 400 años como poco no es arte, sino creatividad, así que, cuando sin haberla visto aún, me hablaron de la belleza de la Veracruz pero de lo reciente de su construcción puse el gesto escéptico de siempre.
El primer día que llegué a O Carballiño no pasó ni media hora cuando me llevaron ante ella, me quedé fascinada y literalmente con la boca abierta; no daba crédito a cómo una obra con apenas medio siglo de existencia podía recordar a tantos edificios religiosos de la antigüedad englobándolos en uno solo, y jugar con tantos y tan variados estilos combinados a la perfección con gran originalidad y libertad absoluta; se me agolpaban las imágenes, veía a la vez cúpulas y toques bizantinos, trazos del Palacio Episcopal de Astorga en su entrada, la Capilla Palatina de Aquisgran en parte de su planta interior, los majestuosos ábsides del románico… Era un baile de tintes góticos, renacentistas, barrocos, modernistas y un largo etcétera combinados en perfecta armonía. Al día de hoy asumo mi particular “Mea culpa d´un sceptique” y sigo admirándome ante su figura, su historia y su creador día a día al pasar junto a ella.